Ingenio y Creatividad frente a las injusticias

Un visir había servido a su amo durante treinta
años y era conocida su lealtad, su 
sinceridad y su devoción a Dios. Sin embargo su honestidad le granjeo
muchos enemigos en la corte, que difundieron historias sobre su duplicidad y su
perfidia. 



Se trabajaron al sultán día y noche hasta que él también empezó a
desconfiar del visir inocente hasta que al final dio orden de que se diera
muerte al hombre que tan bien le había servido.


En su reino, a los condenados a muerte se les ataba
y se les tiraba en el redil, donde el sultán tenía a sus perros de caza más
fieros. Los perros hacían pedazos a las victimas rápidamente.


Pero antes de que le tiraran a los perros, el visir
pidió un último deseo:”quisiera que se me concedieran diez días -dijo- para
pagar mis deudas, recoger lo que se me debe, devolver cosas que otras personas
han dejado a mi cuidado y compartir mis bienes con los miembros de mi familia y
mis hijos, y nombrar un guardián para ellos”.


Después de recibir garantía del visir de que no
intentaría escapar, el sultán le concedió el deseo.
El visir fue apresuradamente a su casa, recogió cien
piezas de oro y luego fue a hacer una visita al cazador que cuidaba de los
perros del sultán. Le ofreció el oro a éste hombre y le dijo: “déjeme que cuide
de los perros durante diez días”. 



El cazador aceptó y durante los diez días
siguientes el visir cuidó de las bestias con mucha atención, aseándoles y alimentándoles
con cariño. Al final de los diez días los tenía comiendo de su mano.


En el undécimo día llamaron al visir para que se
presentara ante el sultán, se repitieron los cargos y el sultán observó como
ataban al visir y le tiraban a los perros. Pero cuando las bestias le vieron,
corrieron hacia él moviendo el rabo. Le mordisquearon los hombros con cariño y
empezaron a jugar con él. 



El sultán y los demás testigos estaban asombrados y
el sultán preguntó por qué los perros le habían perdonado la vida. El visir
respondió:”he cuidado de estos perros durante diez días. El sultán ha visto el
resultado con sus propios ojos. He cuidado de usted durante treinta años, y ¿Cuál
es el resultado? Se me condena a muerte por la fuerza que tienen unas
acusaciones que han realizado mis enemigos”.


El sultán se puso colorado de la vergüenza. No solo
perdonó al visir, sino que le regalo preciosas ropas y le entregó a los que
habían acabado con su reputación. El noble visir les dejó en libertad y siguió tratándolos
con amabilidad.
LA ARTIMAÑA SUTIL:
SABIDURÍA Y ASTUCIA ARABIGA. SIGLO XIII

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